La teoría de las ventanas rotas: la criminalidad y criminalización en el Perú
Antropólogo UNSCH / CDDA – CPAP
La teoría de la ventana rota, formulada por los criminólogos James Q. Wilson y George Kelling en la década de 1980. Explica que los signos visibles de desinterés y deterioro pueden incitar a comportamientos delictivos. Si una ventana rota se deja sin reparar, sugiere la teoría, pronto todas las ventanas estarán rotas.
Pero ¿qué tiene que ver una ventana rota con el comportamiento humano? Aquí radica el interés de esta metáfora. Una ventana rota no es solo una ventana rota. Es un signo visible de abandono, un mensaje tácito que dice: “aquí no importa el orden. Aquí no importa el cuidado”. Y ese mensaje, según Wilson y Kelling, puede tener un efecto contagioso. En realidad, este fenómeno se extiende a las conductas inmorales o cívicas. Es decir, un pequeño acto de desconsideración como tirar basura en la calle o dibujar grafitis en la pared, puede parecer insignificante por sí solo. Pero si dejas sin control, puede enviar un mensaje poderoso: “Aquí, lo incívico es, tolerado”. Y ese mensaje puede quedar en el imaginario del individuo e inspirar a otros a seguir el ejemplo, propagando lo inmoral y el desorden, como un virus.
En el Perú, el incremento de la delincuencia como un hecho social delictivo, ha sido un signo visible de abandono por el gobierno. Donde las colectividades humanas fueron dañando, disociando o violando las leyes o normas, hay una clase especial llamada criminalidad.
En estos últimos años, el incremento de las organizaciones criminales han sido un tema polémico. Incluso, esta situación llevo a un sector de la ciudadanía a una idea de xenofobia de pensar que, por la llegada de los venezolanos habían aparecido las organizaciones criminales en el Perú. Al contrario, antes que llegaran los venezolanos al Perú, ya existían estas organizaciones criminales.
Pero, cuando se trata de poner orden y enfrentar la criminalidad, para el gobierno no importa el orden, tampoco el cuidado. Más bien, el gobierno utiliza la criminalidad con fines políticos para desarticular con violencia (extorciones, secuestros y asesinatos) las organizaciones gremiales y sindicales, atemorizar a la población y criminalizar las protestas. Prueba a todo esto, es la aprobación de la Ley N° 32108 que favorece al crimen organizado señalando como un obstáculo para la persecución de delitos graves como la extorción y el sicariato. Esta normativa, que excluye estos crímenes de la definición de organización criminal. También favorece a las organizaciones criminales no convencionales de saco y corbata, quienes cometen los delitos de corrupción, lavado de activos, trata de personas, minería ilegal, etc.
En efecto, las organizaciones criminales violentas no solo tomaron las calles, sino también las organizaciones criminales no convencionales de saco y corbata. Tomaron por asalto el congreso en alianza con el gobierno de Dina Boluarte. La intención de este gobierno al aprobar estas tres leyes (Ley Soto, Ley 32108 y la Ley 31990) no es para combatir la impunidad, la corrupción y el crimen organizado, sino es para tener el control de los poderes del estado, fortalecer su gobierno y criminalizar las protestas. No olvidemos, que los gobiernos anteriores, como el de Manuel Marino, también aprobaron la Ley Nº 31012 más conocido como “Ley Gatillo Fácil”, con el fin de criminalizar las protestas y violar los derechos humanos.
Tan solo recordemos, los más de 60 personas asesinadas, 1,300 heridos y 600 detenidos que hoy lleva en la espalda el gobierno de Dina Boluarte. Hasta ahora, ninguno de los policías y militares implicados en los asesinatos está detenidos. Sin embargo, la lucha contra la criminalidad, es amordazada y muda en este país. Pero, si pueden sacar a cientos de policías y militares a marchar como “nazis” en las calles del centro de Lima, con tanques en cada esquina para amenazar a los manifestantes, incluso rompiendo la conversión americana de derechos humanos.
De igual forma, cuando los gremios de transportistas convocaron a un paro en el centro de Lima y Callao contra el incremento de la inseguridad ciudadana. El gobierno de Dina Boluarte y algunos congresistas, en vez de dar solución al problema de la inseguridad ciudadana, se comportaron indiferentes ante los cientos de trabajadores que salieron a protesta. Incluso reprimieron las protestas, minimizaron el problema e hicieron caso omiso al pedido de la ciudadanía, al no querer derogar la Ley Nº 32108. Por último, Dina Boluarte los llamo “tira piedras”, el congresista Montoya dijo “los que están protestando son las organizaciones criminales que están en contra de la Ley Nº 32108”, mientras tanto el congresista de Honor y Democracia, José Cueto, expreso su respaldo al congresista de Renovación Popular Jorge Montoya expresando su malestar contra los dirigentes trasportistas que “nunca debieron entrar… tienen posiciones radicales y no representan a nadie”.
Es más evidente, que la inseguridad ciudadana y el crimen organizado, es un caldo cultivo para que la mayoría de la población tolere de mejor grado. Incluso exija más participación y contundencia de un gobierno militar y policial; creando así un régimen más autoritario, donde un grupo de poder estaría utilizando estos métodos con fines políticos e ideológicos para criminalizar las protestas y terruquear a los opositores políticos. En realidad, sacando un montón de leyes antidemocráticos y a cientos de policías y militares a las calles no se solucionará el problema de la criminalidad en el Perú, ni en el mundo. Al contrario, todo esto tiene un trasfondo político.
En conclusión, la metáfora de la ventana rota en relación con la criminalidad violenta como un hecho social, no solo es el único problema que se ha dejado sin reparar pese a las estrategias políticas que se aplicó como “tolerancia cero” o “Barrio Seguro”, que en cierto punto no han tenido resultados para disminuir la criminalidad. Al contrario, el problema de la criminalidad cada vez sea vuelto más complejo, porque ahora la criminalidad no convencional tomo fuerza en las instituciones políticas del Estado, se ha demostrado que no solo tiene una relación económica y política, sino también de poder. Si una ventana rota se deja sin reparar, sugiere la teoría, pronto todas las ventanas estarán rotas y las colectividades humanas seguirán dañando, disociando o violando las leyes o normas.